Así se repartió la herencia de Rocío Jurado: lo que se llevó cada miembro de la familia
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Rocío Carrasco dejó claro durante su docuserie ‘Rocío. Contar la verdad para seguir viva’, que la lectura de las últimas voluntades de Rocío Jurado supusieron el detonante con su familia : “A partir de ese día, con mi familia termina explotando. Cada uno termina por un sitio, algunos juntos y otros por nuestro camino”. La lectura del testamento se produjo el 27 de junio de 2006 y ahí comenzaba una guerra que tres lustros después sigue sin capitular.
La hija de la cantante aseguró durante su relato televisado que «estábamos los que teníamos que estar», aunque poco después corrigió para aclarar que «tampoco es los que teníamos que estar porque tendría que estar su hermano, su hermana, su marido y yo». Sus hermanos (Gloria y Amador Mohedano), sus hijos (José Fernando, Gloria Camila y Rocío Carrasco) y su marido (José Ortega Cano) fueron los involucrados en una herencia que algunos han catalogado como ‘envenenada’, con permiso de la de Paquirri.
Rocío Jurado en una imagen de archivo / Gtres
El patrimonio de la cantante a su muerte se cifró en unos 7 millones de euros, desgranados no solo en dinero sino en viviendas en Chipiona o Miami, valiosas joyas y un legado como artista en forma de nueve películas y 27 discos, Rocío Jurado dejó una serie de documentos inéditos y manuscritos. El gran movimiento de Rocío Jurado fue revocar su testamento inicial en favor de uno nuevo que hizo antes de marcharse a Houston a tratarse de cáncer. Para la correcta asignación de los bienes que dejaría nombró como albacea a su abogada y amiga, Ana Iglesias. Pero, cómo fue exactamente el reparto?
Lo que dejó Rocío Jurado a sus hijos
La ley es clara al respecto y establecía que un tercio del total de la herencia correspondía a sus tres hijos: Gloria Camila, José Fernando Ortega y Rocío Carrasco. Sin embargo, esta última se convertiría en la heredera universal, en detrimento de Ortega Cano, a quién le negó la cuota viudal, y de los dos hijos adoptivos del matrimonio.
Rocío Carrasco, la gran beneficiada
El tercio de mejora fue a parar a Rociíto, que heredaba cuatro novenas partes del patrimonio de su difunta madre. Rocío Jurado dejó muy claro por escrito que sus hijos se repartirían el dinero de la venta de la mansión de La Moraleja donde permaneció hasta el último suspiro y que esta debía ser traspasada antes de que se cumplieran dos años de su muerte. De esa ecuación salía el torero, que se iba a vivir a Yerbabuena junto a Gloria Camila y José Fernando, menores de edad por aquel entonces.
Rocío Carrasco y Rocío Jurado, en 1992 / Gtres
Gracias al tercio de mejora, Rocío Carrasco pudo adquirir de pleno derecho importantes bienes inmobiliarios como la finca ‘El Administrador’, comprada por su madre para el cultivo de la vid cuando estaba casada con Pedro Carrasco. Una vivienda que a fecha de la muerte de la Jurado se tasó en 870 millones de pesetas.
Gracias a su rol de heredera universal, Rociíto heredó la totalidad de los apartamentos que su progenitora tenía en el extranjero, así como las joyas, ropa, muebles, cuadros y derechos audiovisuales de canciones y y películas.
Gloria y Amador Mohedano
El tercio de libre disposición recayó en sus hermanos y para su ahijado Fernando y para su secretario personal y amigo incondicional, Juan de la Rosa. A ellos les legó las naves industriales que compró en San Sebastián de los Reyes (Madrid), la finca ‘Los Naranjos’. Estas dos últimas a medias entre Gloria y Amador. A la hermana de la intérprete de ‘Marinero de Luces’ le tocó también la amplia casa ‘Mi abuela Rocio’. Para de la Rosa cayó un dúplex en Chipiona donde se retiró cuando enfermó de cáncer y que se valoró en 35 millones de pesetas. En total, el patrimonio para sus hermanos se estimó en 450 millones.
Amador Mohedano, José Ortega Cano, Gloria Mohedano y José Antonio Rodríguez, en una imagen de archivo/Gtres
José Ortega Cano
El diestro fue, sin ningún tipo duda, el que podía sentirse más agraviado por el reparto de la herencia de Rocío Jurado. En un principio, le habría correspondido el usufructo de un tercio de los bienes, pero su mujer solo le dejó en herencia la ganadería de toros de lidia que compraron en 1997, capaz de producir una media de 180 nacimientos cada año. Ortega Cano acabaría traspasando este negocio a una peruana millonaria. Ni rastro del piso que compraron en Miami.
Rocío Jurado y Ortega Cano durante un acto público en Madrid, 2004./ GTRES
Sin embargo, Ortega nunca se ha quejado de su parte, al menos públicamente: «Yo no conocía el testamento, ni nadie. Yo no hablé nunca con Rocío de eso, no sabía ni que había ese testamento, yo me negaba totalmente a hablarlo con ella. Yo creo que Rocío habrá tenido sus motivos para decidir poner en venta la casa en al que vivíamos, yo respeto muchísimo su decisión , su voluntad, para mí lo ha hecho perfecto y lo ha hecho pensándolo mucho y muy consciente y acertadamente. Lo ha hecho perfectamente, por mi parte lo veo bien y por parte de los demás también. Ha acertado de pleno y ha sido grande como lo ha sido toda su vida en todas las cosas que ha hecho», le comentó a la periodista Inés Ballester.